Enrique Gil Gilbert
Año de nacimiento: 1912
Año de fallecimiento: 1973
Gentilicio de país y de provincia: Ecuador- Guayaquil
CUENTO
EL MALO
Año de nacimiento: 1903
Año de fallecimiento: 1941
Gentilicio de país y de provincia: Ecuador- Guayaquil
CUENTO
¡Vive Dios y cómo grita ese endemoniado marinero chileno!
¡Ha!-¡la-lí! ¡Juicli! Sssss…
Agotaos, muchachos; no importa. Ya descansareis cuando gracias a vuestro esfuerzo pueda el barco soltar el áncora en la bahía risueña. Pensad que será dulce el vaivén de las ondas allá… Allá, hacia donde la prora se enfila como la nariz de un rostro en expectativa.
¡Halalí! ¡Juicli! ¡Sssss!…
Tirad de los caitos sin temor a que se rompan. Arriad a prisa esas maldecidas velas que infla como ubres vacunas el vendaval.
Año de fallecimiento: 2003
Gentilicio de país y de provincia: Ecuador- Esmeraldas
CUENTO
Juyungo
Año de fallecimiento: 2003
Gentilicio de país y de provincia: Ecuador- Loja
CUENTO
El éxodo de Yangana
–¿Pero qué es lo que pasa? –se preguntaba, por enésima3 vez, Joaquín Reinoso, en su solitario refugio de Palanda–. ¿Qué pasa al fin?
Desde el medio día ha estado inquieto. En la hora de la siesta en la que la manigua ardiente se adormece, los sentidos vigilantes del hombre, que vivían montando temerosa guardia desde hacía dos años, creyeron percibir una vaga vibración del suelo, que se propagaba fina y discretamente desde la distancia. Ése fue el primer mensaje.
Joaquín Galllegos Lara
Año de fallecimiento: 1947
Gentilicio de país y de provincia: Ecuador- Guayaquil
CUENTO
de la sabana. Alfredo Baldeón corría, rodando un zuncho. El sol se ocultaba tras los cerros de Chongón. ¿Qué habría dentro del sol? La señora Petita, la dueña de la covacha, decía que el sol era una tierra, la primera que creó el Niño Dios, donde hasta vivirían gentes, si no hiciera tantor calor.
—¡Alfredo! ¡Alfredo! ¿A qué horas entras, chico?
Demetrio Aguilera Malta
Año de fallecimiento: 1981
Gentilicio de país y de provincia: Ecuador- Guayaquil
CUENTO
Siete lunas y Siete serpientes
Abajo, Dominga. Sin detenerse. Sin volverse.
-SI, Taita.
-¿Hasta cuándo?
-¡Quién sabe, Taita!
-¿No te parece mucho?
-Mucho, Taita.
Ña Crisanta, la mujer del Brujo, terció con rabia mal contenida.
-No la jodas tanto.
-Ya son siete noches.
-Está con la Luna.
-Demasiada Luna.
Breve silencio. Volvió a hablar la Vieja. Esta vez como para sí misma.